![]() | la ''placilla de la hacienda las peñuelas'' desde el alto del puerto hasta el cruce de las tablas y desde las cenizas al salto del agua |
A modo de introducción :
" No hay que confundir al porteño con los habitantes de Valparaíso."
" Se aprende rápidamente que a un lado está el mar y al otro los cerros, los dos límites de la ciudad. Si sube, se aleja. Si baja, se acerca. Es una ciudad con frente y con espaldas, con horizontes muy definidos..."
" Cuando Valparaiso ha sido próspero, ha conquistado su terreno ganándoselo al mar. Cuando ha pasado por afños oscuros, se ha ido encaramando fatigosamente hacia la cumbre de los cerros.
En estos últimos tiempos, la ciudad ha subido prodigiosamente por las pendientes y hace casi cincuenta años que no avanza un centímetro en la dirección opuesta.
Arriba, casi podriamos decir que ya no se vive en el puerto..."
Dicho por el "ilustrisimo xoro", Renzo Pechenino (lukas), allá por 1970, vamos para los 100 años en que el puerto rehúye su esencia, huye del mar...
Placilla de Peñuelas, su identidad:
La introducción quiere describir la identidad de la ciudad puerto, comuna a la que nos hacen presos, pero es claro que de alguna o de muchas formas, es exactamente, lo que no somos. No somos porteños. No somos habitantes de Valparaíso...
Entonces se mantiene pendiente la pregunta... ¿cuál es nuestra identidad?
Como es de esperar los primeros asentamientos humanos del sector están relacionados a grupos indígenas, entre cuyos vestigios encontramos rocas horadadas conocidas como "piedras tacitas" ubicadas al interior del Fundo “Las Cenizas”. (expresamente protegidas por el art. 21 de la ley Nº 17.288)
Hacia 1667 la orden Jesuita compra la hacienda "Las Peñuelas", en sus terrenos construye la "Capilla Nuestra Señora del Rosario de Peñuelas”, inaugurada el 13 de noviembre de 1772, a un costado alberga la imagen de “San Cristóbal, Patrono de los Viajeros”.
Primer descanso tras remontar los cerros... última parada antes del arribo a la costa... la pequeña localidad... la placilla de la hacienda las Peñuelas.
Acceso natural, desde la capital del reino, hacia el mar y lugar de bifurcación entre Valparaíso y Viña del Mar.
El primer camino formal, camino real o caracol, se inicia el año 1795 aunque ya era transitable en toda su extensión para 1797, se inaugura el año 1802, bajo el Gobierno de Ambrosio O’Higgins, éste asciende y desciende a Valparaíso, se une al camino “La Pólvora”, que recibe el nombre por las carretas que transportaban dicho producto desde los polvorines en el Alto del Puerto.
El 28 de agosto de 1891 el ejército congresista cargó de subida hacia el alto del puerto siendo recibido por el ejército balmacedista que defendía la entrada al puerto, para las 10 de la mañana buena parte de los balmacedistas, huían en desorden hacia Valparaíso manteniéndose la batalla sobre el eje del camino real, las bajas fueron cuantiosas siendo uno de los episodios más cruentos y desconocidos de nuestra historia nacional.
"La batalla de Placilla fue tan breve como decisiva. Dos cortas horas de combate bastaron a los generales Barbosa y Alcérreca para comprender que sus fuerzas se hallaban vencidas. Algunos batallones, después de luchar fieramente, terminaban por unirse amistosamente a sus ex enemigos. Otros se fugaron. Los generales balmacedistas fueron perseguidos y ultimados en unas modestas viviendas de los alrededores. En el estrecho campo de batalla quedaron, entre muertos y heridos, más de 5.000 hombres, cuyos dos tercios pertenecían al ejército balmacedista." (Icarito.cl; La gerra civil 1891; la ofensiva de los revolucionarios)
La Placilla de la hacienda las Peñuelas, ha sido el respaldo básico al desarrollo del puerto, la primera necesidad fue el agua. En 1869, se construye el tranque “Las Cenizas”, hacia el 1900 el embalse de Peñuelas que terminará por convertirse en el Lago Peñuelas para 1952. La segunda necesidad, mover los tranvías, así entre 1907 y 1910 se construye la central hidroeléctrica el sauce, para ser abastecida por las aguas del embalse "La Luz".
Aquí viven, descansan y trabajan, porteños, viñamarinos, santiaguinos y un sin fin de pasantes que se asentaron. Bucólico, rural, con un entorno natural privilegiado, somos el necesario descanso a la vera de los caminos, deseosos de forjar nuestro propio futuro.
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